Tailandia en 10 días

Ir a Tailandia desde Sudamérica haciendo escala en Turquía es una buena opción ya que las distancias hacen que los vuelos sean interminables. De este modo, uno tiene unas 18-20 hs. A Estambul (dependiendo del aeropuerto sudamericano de donde salga) y de Estambul a Tailandia unas 9 horas más.  Después de casi 18 horas de vuelo llegamos a Turquía. La línea aérea nos llevó a un hotel buenísimo con pileta y gimnasio (aunque nada de eso usamos). También tenía un desayuno súper abundante con comidas nunca vistas hasta ese momento. Al día siguiente visitamos Estambul, sólo para caminar por las calles de la ciudad vieja y luego volvimos al hotel donde una combi nos llevaría nuevamente al aeropuerto y nos tomamos el avión a Phuket y luego otro a Bangkok. 

Bangkok

Bangkok es una ciudad con  increíbles contrastes: bullicio y templos, pobreza y paseos comerciales enormes, gusanos fritos y cócteles en rascacielos. El día que llegamos estábamos agotados. Nuestro hotel estaba en la zona de Siam en pleno corazón de los paseos comerciales y grandes edificios, así que nos dedicamos a pasear por los shopping ( con aire acondicionado, porque el calor agobia). Allí vimos en un segundo piso una colección de relojes, en el tercer piso los autos más caros en exposición ( como los han subido?) Y luego de unas vueltas almorzamos es un restaurante donde todos los platos se servían en cazuelas de sopa. Los dos comimos sopas de cerdo con fideos: la de Fernando tenía un color a caldo y la mía un color lechoso (luego me enteré que estaba hecho con hueso de cerdo). Ambas tenían una serie de ingredientes de origen animal y vegetal que no pudimos identificar. Sabrosas, picantes, un sabor nuevo.
Luego de mucho paseo me compré unos pantalones bien holgados y unas sandalias muy cómodas pensando en mañana y nos fuimos al hotel para cambiarnos para la cena, que la tomamos en la terrazá del piso 55 de un edificio. Cócteles y una picada de un poco de todo empanado con diferentes salsas que van de picante a dulce, rarísimo! 
Al día siguiente descubrimos que el desayuno más raro que hasta ahora he conocido. Tenía de todo, no sé bien que eran más de la mitad de las cosas. Busque alimentos simples y cocidos: tomates, maíz, queso, remolachas, algo de frutas y café. También probé unas facturas muy ricas con frambuesas. 
Podías pedirle a un cocinero que estaba ahí cocinando, huevos y panceta y otras cosas que no reconocimos. Un cocinero hacía tortitas, wafles y crepas a los que les ponías diferentes ingredientes.
Había infinidad de platos extraños y combinaciones de comidas nunca vistas.
Después de semejante desayuno, sólo quedaba agarrar el bolso y salir a pasear.

Dia 1: Gran palacio y sus alrededores. Nos tomamos el airbus (es un tren que va por encima de la ciudad) hasta el río y allí una barca nos llevó hasta el gran palacio. Hacía un calor increíble y la resolana no cedía. El lugar muestra una cultura que poco podemos entender, llena de detalles en su arquitectura, sus estatuas y ritos. Hasta mediados de 1900 el monarca vivía allí, y actualmente  y usado como centro de reuniones y algunas celebraciones. Aquí se encuentra el Buda Esmeralda, muy importante en esta cultura. Nos informamos previamente un poco de sus modales para no faltar el respeto: vestimenta adecuada (hombros cubiertos y pollera o pantalón largo, ingresar a los templos descalzos y sentarse con los pies para atrás es lo básico. También es importante entender que para esta cultura la cabeza es lo más puro del cuerpo y por este motivo no se toca la cabeza de otro, ni se saludan con un apretón de manos ni con besos, sólo se juntan las manos y se baja la cabeza).
Luego nos fuimos caminando hacia otro templo donde está el gran Buda y el Buda reclinado. 
Decidimos seguir hacia el templo de wat Po Caminando. Debimos parar en un bar a tomar algo fresco y descansar porque el calor era increíble. Cruzamos el río y llegamos a destino. Entonces decidimos seguir caminando hasta el hotel: una hora y algo decía Google maps. El camino lindísimo, pero ahora me doy cuenta de la locura que fue: terminamos insolados y con los pies destrozados. 
En el camino encontramos la Iglesia de la Santa Cruz, que estaba cerrada. Tomamos un camino que encontramos enfrente de la puerta lateral y resultó ser una calle donde vivía una comunidad católica que tenía en sus puertas un crucifijo o una imagen de la virgen. Al final había una ermita. Todo humilde, pero digno.
En el camino encontramos un mercado de frutos y luego en otro de flores. Es muy interesante ver cómo hacen los arreglos florales clavando las flores en un hilo a modo de guirnalda.
Llegamos al barrio chino donde todas las chucherías me recordaban a mis hijos y luego de una buena caminata llegamos al hotel. Compramos bebidas y nos fuimos a bañar y a descansar hasta el día siguiente ( pasamos de largo la cena por el agotamiento).

Dia 2: A la mañana nos levantamos repuestos del día anterior pero con los pies lastimados así que decidimos hacer un día más relajado. Como era Domingo y nosotros somos católicos practicantes, durante el desayuno buscamos la misa católica que nos quedara más cerca y descubrimos unas cuantas iglesias católicas; un par cerca de una estación del Airbus que teníamos frente al hotel.
Encontrar una iglesia católica no es tan simple en esta ciudad. Preguntando llegamos a un templo hindú y a una mezquita. El catolicismo no está muy difundido. Nos sirvió para conocer el barrio hindú y luego de caminar finalmente llegamos a misa, que fue en idioma tahi, así que poco entendimos. Decidimos volver caminando pero después de unas cuadras de sol entramos a resguardarnos del calor en una casa de masajes tailandeses, donde nos hicieron una hora de masajes en los pies. Un placer! A la salida nos tomamos un tuc-tuc (son unas motos a las que se les agrega un asiento detrás y su nombre hace alusión al ruido que hacen al andar) que nos llevó al hotel en un rato. Después de descansar un poco decidimos ir al Siam centre a cenar y hacer algunas compras porque aquí todo es más accesible. Volvimos al hotel cargados de bolsas y cansancio y nos quedamos descansando hasta el día siguiente.

Día 3: a esta altura ya habíamos recorrido todo lo que indicaba nuestro itinerario y solo nos quedaba pasar por el MKT centre, que es un mega bazar metido dentro de un mall. Increíble el tamaño! Tantas tienditas una al lado de la otra formando laberintos interminables, llenos de objetos de todo tipo: ropa, calzado, tecnología, collares, telas, comida... Ahí te puedes pasar días enteros, si te gustan las chucherías como a mí. 
Por la tarde volvimos al hotel a recoger las valijas para tomarnos el Airbus y luego el micro A1 que nos lleva al aeropuerto. Aunque lo tomamos con tiempo, al llegar al micro, nos encontramos con un embotellamiento tan grande que nos recomendaron bajarnos del micro y tomarnos una moto porque perderíamos el avión. Imagínense en una moto con las valijas entre el tránsito! Decidimos caminar unas cuadras, y cuando pasamos el embotellamiento nos tomamos un taxi. Llegamos a tiempo para tomarnos el vuelo a chiang Mai, nuestra próxima parada.

Chiang Mai
Allí nos esperaba un auto que nos llevó al hotel (luego del apuro de Bangkok decidimos usar auto). Nos alojamos en un hermoso hotel boutique estilo japonés a la orilla del río. Tranquilidad y buen trato es lo que caracteriza al tailandés, y aquí había de sobra. El desayuno se sirve con vistas al río procurando que nada te falte en ningún momento. Un auto nos espera todos los días a las 19 hs para llevarnos al Night bazar que es el paseo obligado de la noche y la excursión a visitar la reserva de elefantes ya estaba contratada a través de Despegar.

Día 1:Por la mañana después de esperar un buen rato descubrimos que la excursión se había cancelado sin aviso, que desilusión! Las personas del hotel eficientemente nos ayudaron a contratar otra para el día siguiente y nos dieron unas bicicletas, y unos cuántos lugares de interés para visitar el centro de Chiang Mai que es la vieja ciudad amurallada. Nos encontramos con una ciudad baja, con muchos templos, algunos muy antiguos y en uno de ellos nos encontramos un hombre dispuesto a explicarnos un poco acerca de todo eso que estábamos viendo. Es recomendable además de leer previamente sobre esta cultura, escuchar la vivencia de la gente, ya que el budismo más que una religión es el modo que tienen de vivir y entender las realidades del mundo.
Después de una buen bicicleteada y con muchísimo calor encontramos un bar que nos recibió con unos jugos frozzen súper reconfortantes. Decidimos quedarnos a almorzar allí, ya que la carta de comidas era muy buena y el calor sofocante. 
Una vez repuestos seguimos nuestro paseo hacia el sur con la intención de cruzar el río para visitar un templo más, pero el calor nos obligó a volver al hotel. A la tardecita nos tomamos el auto al Night bazar: un lugar diferente a los bazares hasta entonces conocidos. Aquí además de venderte todo lo imaginable, podías hacerte un masaje, un tratamiento de pies con peces, cenar o contratar un/a prostituto/a. Todo junto, en un gran espacio. Lo recorrimos, tomamos un refresco y compramos una chuchería. Luego nos fuimos caminando al hotel donde cenamos magnifico: un Pad Thai bien especiado y otra comida a base de cerdo y arroz que acompañamos con margaritas dulces. De postre un excelente banana split y a la cama.

Día 2: Nos despertamos para ir a conocer el refugio de elefantes. Nos recogieron a tiempo y fuimos con una pareja de USA y otra de Alemania. El paseo comenzó en un lugar donde reciclaban el excremento de elefante para hacer papel. Nos mostraron la técnica y nos enseñaron el proceso. Después del primer asco, hay que reconocer que es bastante limpio sin olor y es como papel maché. Después nos subimos nuevamente a la combi y después de unos minutos llegamos a un lugar en medio de la selva.
Nos dieron una ropa como la de los orientales en las películas y un sombrero. También un morral con comida y agua. Ya estábamos listos.
Primero conocimos a los elefantes bebés, nacidos hacia poquitos meses. Después buscamos unos trozos de bambú que están cortando y llenamos otra bolsa con ellos mientras comíamos unas bananas chiquitas. Después nos fuimos a buscar unos elefantes y después de darles los trozos de bambú  y y acariciarlos, nos fuimos con ellos y dos guías a través de la selva los elefantes y nosotros. Nos divertimos viendo cómo Paraban para comer, y había que arriarlos. Llegamos a una choza donde nos resguardaba mis del sol y allí almorzamos lo de nuestras bolsas: pad Tai exquisito y un agua fría. Mientras almorzábamos uno de los guías corto hábilmente un ananá al modo en que se corta un melón y nos lo ofreció como postre. Dulce y muy rico. 
Después de descansar y charlar con el guía, decidimos emprender la vuelta. Los guías fueron a buscar a los elefantes que estaban pastando y les dimos ananá y más trozos de bambú. Ahora todos estábamos listos. Volvimos por un camino similar al de la ida, pero no sé si era el mismo, un paisaje selvático exquisito.
Al llegar, nos sacamos los zapatos y nos metimos junto con los elefantes en un estanque en donde los bañamos y jugamos con el agua con ellos, que se recostaban en el agua y disfrutaban. Una experiencia única, llena de emoción y un poco de miedo ante semejantes tamaños.
Después de un buen baño, nos subimos al micro que nos dejó nuevamente en el hotel. Salimos a caminar y llegamos a una iglesia que resultó ser la catedral de Chiang mai. Muy linda, moderna y con una capilla al costado donde se celebró misa. Es llamativo encontrar entremezcladas imágenes de la cultura Thai junto con el catolicismo. Volvimos al hotel donde una combi nos esperaba para llevarnos al aeropuerto. 

Phuket
Llegamos a Phuket a medianoche. Una rata nos esperaba en el standard de renta car donde debíamos buscar el auto. Horror! Por suerte rápidamente nos entregaron el auto y salimos del aeropuerto rumbo al hotel en un autito muy cómodo. Descubrimos que Phuket era más grande de lo esperado cuando el GPS marco 50 minutos hasta el hotel que estaba en Kata beach. Cuando llegamos a destino, las calles estaban desoladas y no encontramos el hotel, que susto! Pidiendo ayuda finalmente encontramos la puerta del hotel, que se camuflaba entre las plantas y los carteles de la calle casi sin luz. Por la mañana descubrimos un pueblo de playa muy bonito, que como casi toda Tailandia se duerme a medianoche (solo quedan abiertos los locales nocturnos).
El hotel era como estar en el paraíso: música relajante en todas partes, fuentes y caídas de agua que ayudaban al oído a relajar el cuerpo, un espectáculo de plantas, velas y flores con todo lo que uno podía necesitar a cada momento. Volvería sin dudarlo a este mismo hotel ( ahora cierro los ojos y añoro los momentos pasados allí).
Phuket es una isla de playas amplias con arena fina y clara, muy bonitas. Aunque también el interior de la isla tiene sus encantos: caminos selváticos y pueblitos de casas pintadas de colores.

Dia 1: El primer día descubrimos que el desayuno era súper completo y se servía en un comedor tan único como el resto del hotel, el día era excelente y decidimos ir a Kata beach que era la playa donde se encontraba nuestro hotel. Alli tomamos una sombrilla con reposeras, dejamos nuestras cosas y nos fuimos al mar de mil colores de azul celeste. Por la tarde salimos con el auto a recorrer un poco el sur de la isla y los lugares con vistas panorámicas.

Dia 2: Habíamos planeado una excursión en un crucero a phi phi y otras islas, pero amaneció lloviendo y se suspendió para el día siguiente la excursión. Decidimos sacar nuevamente el auto y conocer más de la isla: fuimos al Buda gigante que está en la cima de un cerro de donde se tiene una hermosa vista de la isla y por la tarde nos fuimos al hotel a descansar para poder salir a la noche a pasear por Kata town. Comimos pad Thai hasta cansarnos, riquísimo! Y tomamos unos tragos ( el mío me mato!)

Dia 3: El tercer día era el último y nos encontramos con otro día de lluvia y la cancelación definitiva de nuestro crucero: que desilución! Nos quedaría para otro viaje conocer las islas del sur de Tailandia.
Decidimos salir con el auto a conocer otras playas y buscar nuevos caminos en la isla. Encontramos una cascada en un camino selvático donde también había una reserva de monos. También encontramos un hotel abandonado y especulamos con que sería del último tsunami, o tal vez no...
A la tarde salió el sol y terminamos en la playa, unas olas exquisitas nos daban la despedida y como no podía ser de otro modo, estuve en el mar hasta cansarme.
A la noche nos despedimos de ese pueblo playero con nostalgia, lo habíamos pasado muy bien.
Salimos para el aeropuerto de madrugada, y llegamos a Estambul al mediodía, a descansar y disfrutar de un buen kebab en la exótica Sultanahmet para seguir el viaje a casa al día siguiente.

Ahora, en el avión, ansió llegar a casa para abrazar a mis hijos, aunque con nostalgia por dejar atrás este destino sin duda único.

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